Soy Alba y les contaré como le fui infiel a mi marido con un desconocido que encontré por internet. Sí, soy una puta que tuvo sexo por internet con un desconocido.
Después de 10 años de matrimonio mi esposo se volvió distante, casi no hablábamos y como la mayoría del tiempo no estaba en casa, pasaban meses sin que me cogiera.
No había más culpable que el tiempo y la monotonía, no obstante, como siempre fui una mujer caliente, mis fantasías sexuales cada vez iban creciendo más.
Por las noches mi vagina se dilataba y mojaba pensando en encuentros sexuales en los que me destrozaban el coño, y por qué no, mi ano. Me masturbé miles de veces, jugué con tantas cosas, pepinos, plátanos, los envases cilíndricos de mis cosméticos, todos conocieron las profundidades de mi vagina, deslizándose por mi piel dándome placer.
Con el tiempo esas noches dejaron de ser suficientes, intenté seducir a mi marido cada vez que lo tenía en mi cama, pero alguna otra puta ocupaba sus pensamientos. Su decrépito pene no se mantenía erecto por mucho tiempo conmigo, me cogía solo para darse placer a sí mismo.
Siempre he sido una mujer decente así que buscar un amante y traerlo a casa en mis noches de soledad no podía ni pensarlo. Entonces para distraerme se me ocurrió empezar a responder los mensajes que a diario hombres me enviaban a mis redes y aquí fue donde comenzó todo.
No tenía sexo con mi esposo, así que busqué sexo por internet
No es por presumir, pero soy una mujer hermosa. Alta, delgada, pelo liso hasta las caderas, piel trigueña, tetas de gran tamaño y un culo de impacto. Por eso muchos hombres me enviaban mensajes a mis redes sociales (solo mi marido no valoraba lo que tenía en casa).
Aleatoriamente, respondí uno de esos mensajes, ni siquiera me detuve a ver las fotos del hombre o a visualizar su perfil, yo únicamente buscaba un amante que satisficiera mis fantasías sexuales.
Fue entonces que comenzamos a charlar, se presentó como Sameer y vivía en la India. El hombre parecía irreal, musculoso, piel canela, ojos color miel y por si fuera poco, estaba estudiando español. Lo único es que era un cuarentón, pero para mí esto no era un problema, siempre me han gustado mayores.
Pasaron los días y las conversaciones fueron subiendo de tono, obviamente no quería parecer una puta desesperada por un pene, así que supe controlarme.
Cierta ocasión “accidentalmente” le envié una foto desnuda, por supuesto cuidé mi rostro, no quería exponerme. Sameer enloqueció de lujuria, y solo se limitó a responder “Quiero ver más”.
Quise hacerme la interesante, así que no respondí y lo dejaba en visto. Entonces Sameer empezó a enviarme una lluvia de mensajes en los que describía todo lo que quería hacer con mi cuerpo.
– Te juro mi hermosa leona que si no fuera por los millones de kilómetros que nos separan, en este momento estaría en tu cama. Me dedicaría a lamer tu coño, haciendo que explotara, mientras que con mis manos masajearía esas hermosas tetas.
– Luego deslizaría mi pene a tu vagina, al mismo tiempo que te pongo en cuatro y sostengo tu larga cabellera como si fuera tu jinete.
– Tantas posiciones que conocerías conmigo, que te volverías acróbata. Después para finalizar dejaría que los jugos de tu coño exploten en mi cara.
Me volví loca y solo pensaba en su pene
No pude resistirlo, imaginaba todo lo que me decía y mi coño se puso demasiado húmedo, además mi vagina estaba dilatada esperando con ansias sentir esa verga prometía hacer maravillas dentro de mí.
Inmediatamente, le hice una videollamada. Tenía que ver su pene, tenía que verlo como se ponía erecto para mí, aunque no pudiera tocarlo.
Él me estaba esperando, con su verga dura, la tomaba con su mano y cerraba los ojos mientras gemía. Supongo que estaba imaginando cómo me tenía entre sus manos. Entre sus gemidos mencionaba mi nombre. Juro que ese acento extranjero hacía que me excitara más.
Por supuesto, no pude detenerme solo a verlo. Yo disfrutaba del espectáculo en pantalla mientras usaba mis dedos para rozar mi clítoris. Recordé que tenía miel en la alacena, así que fui a buscarla para endulzar más el momento. Llene de miel mi cuerpo, mientras masajeaba mis tetas, sin dejar de estimular mi coño con los dedos. Luego, me di cuenta de que el envase de la miel me serviría para mayor placer y empecé a introducirlo suavemente, como si fuera Sameer quien lo estuviera haciendo.
No soy experta en el sexo por internet, pero enfoque mi culo en la cámara para que mi hombre pudiera disfrutar el show mejor. Me pidió que estimulara el ano, así que empecé introduciendo un dedo, luego dos, luego tres. Nunca había sentido tanto placer, tanto así, que ya no estaba gimiendo, sino gritando de éxtasis.
Sameer parecía disfrutarlo igual que yo. Veía como sus movimientos se aceleraban y como de un momento a otro, su verga explotó con un río de semen que hubiera deseado estuviera en mi boca. Al mismo tiempo, mi coño explotó en un orgasmo monumental.
Yo quería más noches de sexo por internet
Luego de aquella noche de sexo por internet, nuestra cita era puntual a la misma hora cada noche. Pero cada vez, eran folladas virtuales más maravillosas.
Fue inevitable enamorarme, pero todo mi cuento de hadas pornográfico se derrumbó. Una noche mi marido llega azotando la puerta y me encontró en pleno acto. Allí reveló toda la verdad: Sameer no era de India. Era un chico de la ciudad que él había contratado. Todo fue con el objetivo de pedirme el divorcio y hacerme perder mi mitad de los bienes; ya que teníamos un acuerdo prenupcial por infidelidad.