Para nadie es un secreto que los viajes largos son estresantes, sobre todo cuando los hacemos en autobús. Sin embargo, recuerdo que una vez viajando a la capital de mi país, lo que sería un viaje estresante, se convirtió en un viaje excitante. Hoy les voy a contar cómo tuve sexo en el autobús con un hombre desconocido.
Era mediados de marzo y tenía que viajar a la capital por el cumpleaños de mi madre. El viaje era en autobús y tendría una duración de 10 horas, yo ya estaba acostumbrada, porque viajaba constantemente.
Fui a comprar mi boleto y como me iba bien en el trabajo decidí por primera vez pagar un autobús de esos lujosos con dos pisos, televisión y asientos estilo sofá.
Cuando llegó la hora de comenzar el viaje, me di cuenta de que a mi lado se sentaría un hombre demasiado atractivo y joven.
Tuve sexo en el autobús con alguien que no conocía
El viaje comenzó y tras unos veinte minutos de silencio, el joven se presentó como Manuel, pidiéndome que levantara un poco las cortinas (yo estaba del lado de la ventana) porque quería ver el atardecer. Lo hice y empezamos a charlar de muchas cosas de nuestra vida.
Me dijo que era abogado y que pronto se iba a casar con su novia de toda la vida, por lo que estaba viajando a la capital a resolver unas cosas de trabajo antes de hacerlo y poder ir a la luna de miel tranquilo.
Yo también le conté cosas de mi vida y fue muy lindo sentir que por primera vez alguien estaba interesado en escucharme. Le dije que estaba soltera desde hace 3 años y que todavía no me imaginaba casada con nadie.
Pasaron las horas y todos en el bus empezaron a acomodar sus asientos para dormir. En este bus, podías colocarlos casi como una cama, por lo que era muy cómodo hacerlo. Estábamos en el segundo piso del autobús y los asientos de al lado, atrás y frente a nosotros estaban vacíos.
Tuvimos que acomodarnos muy cerca para poder seguir hablando entre susurros y no despertar a los demás pasajeros.
-No puedo creer que haya mujeres tan hermosas como tú, todavía solteras– Me dijo susurrando muy cerca de mi rostro.
-Tendrás que creerlo, soy una reliquia que nadie quiere tener– Contesté sonriendo.
En realidad, ni pude terminar esta frase, Manuel se acercó de repente y me besó. Diciendo que a él le encantaría tenerme.
El mejor sexo de mi vida fue en el autobús
Sé que debí reaccionar de otra manera, pero como llevaba años sin que un hombre me besara, mi coño se dilató y estuvo mojado en fracciones de segundo.
Respondí al beso y como todo estaba a oscuras aproveche para abrir su pantalón y sacar su polla. Empecé a frotarla entre mis manos y a masajear sus bolas.
Manuel metió la mano entre mi vestido y mis bragas. Acarició mi clítoris y empezó a meter sus dedos en mi vagina.
Mientras tanto seguíamos besándonos hasta que puso una de sus manos en mi nuca y me condujo hasta su verga para que la chupara.
No podíamos hablar para no delatarnos, pero de igual forma no eran necesarias las palabras. Empece a lamer su polla y la metí profundamente en mi garganta hasta atragantarme, estaba deliciosa, quería succionar toda su leche y que escurriera por mi rostro.
Su polla explotó y todo el semen se fue por mi garganta. Después me senté encima de él, dándole la espalda. Suavemente, empecé a meter y sacar su pene de mi vagina con mis movimientos. Él me tomo por el pelo y pasó la otra mano por mi cintura estimulando el clítoris.
Estaba muy excitada y me vine muy rápido, todos mis fluidos corrieron por su pantalón mojándolo.
Volví a mi asiento y me acomodé acurrucada dándole la espalda para disfrutar del éxtasis que todavía sentía mi cuerpo. De repente, siento su aliento caliente en mi oreja diciéndome.
-Nunca había tenido sexo en el autobús, pero este ha sido el mejor sexo de mi vida.
Mi piel se erizó al escucharlo. Tomé su mano y la puse alrededor de la cintura para que me abrazara, era un desconocido, pero mientras duraba el viaje, era mi desconocido.
Al tener sexo en el autobús un solo polvo no es suficiente
El autobús seguía en marcha y ya era de madrugada. Me había quedado dormida y Manuel también. Sin embargo, el frío se intensificó e hizo que su polla se pusiera dura nuevamente.
Este hombre decidió despertarme de la mejor manera que lo han hecho en mi vida. Bajó mis bragas y metió la cabeza entre mis piernas. Empezó a lamer y succionar mi coño, comiéndoselo como jamás nadie lo había hecho. Tuve que tapar mi boca con mi mano para no dejar escapar un gemido ¡Demonios, era tan excitante!
Hizo que me corriera deliciosamente y se tragó todos los jugos que salían de mí. Después me dio la vuelta y se abrió paso entre mis nalgas para empezar a follarme el culo y vertió toda su leche adentro de él.
Era muy difícil tener sexo en el autobús sin movernos o gemir libremente. Pero, afortunadamente logramos varios orgasmos sin que nadie se diera cuenta (o al menos eso pensaba yo).
Temprano por la mañana llegamos a nuestro destino. Los pasajeros empezaron a bajar uno a uno. Nosotros fuimos los últimos en bajar y cuando lo estamos haciendo el Chofer con una extraña sonrisa nos dijo:
-¿Fue un viaje muy agitado?
No entendimos hasta que nos dimos cuenta de que en su cabina había cámaras de seguridad, de esas que graban incluso en la oscuridad.