Después de un largo día en mi trabajo, donde tengo que soportar las constantes quejas de mi jefe y las estupideces de mis compañeros, una de las maneras que consigo de liberar estrés es yendo al bar. Allí me relajo al son de la música y una que otra vez disfruto de conversaciones sin sentido con diferentes extraños. Pocas veces pasan cosas interesantes en ese lugar y una de las que más recuerdo, fue la vez que fui follada por mi amante desconocido, un chico que no había visto nunca antes.
Estaba sentada en la barra, con mi atuendo soso de trabajo y con una margarita en mi copa. Hay muchas mujeres deambulando por el local, vestidas con atuendos atractivos, en los que claramente se notaba su intención de atrapar algún hombre. Cuando estoy tomando el último sorbo que quedaba de mi trago, siento que alguien se acomoda en el asiento que está justo a mi lado.
Le pido un trago nuevo al bartender y de repente un “hola” que sale de su boca rasga el aire. Dirijo mi mirada hacía él y noto que es un hombre joven de traje formal, con una media sonrisa. Me pude ver reflejada en su apariencia, así que inmediatamente supe que era exactamente como yo: una persona con un trabajo fastidioso que venía al bar a intentar escapar de él.
Antes de que pudiera responder, se retiró los anteojos, aflojó la corbata y se quitó el saco. Todo esto me mostró un hombre más atractivo, joven y despreocupado de lo que había visto inicialmente.
Mi amante desconocido me dio el mejor sexo en mucho tiempo
No sé que me pasó en ese momento, porque solo me dediqué a escanear su musculoso cuerpo, que tenía todos los rasgos que tanto me gustan de los hombres. De repente, interrumpió mis pensamientos aclarándose la garganta.
-Soy David. Extendiendo su mano para saludarme.
-Nati. Le respondo también estrechando su mano.
– Vives por aquí. Parecía querer entablar una conversación conmigo. Me pareció extraño porque los hombres en el bar siempre me ignoraban. Había chicas más atractivas que yo y más sonrientes.
-Definitivamente soy de aquí. De hecho, he vivido aquí toda mi vida.
Comenzamos a hablar mucho de la ciudad, sus sitios divertidos, la monotonía del trabajo, de la falta de amigos… Hablamos de todo un poco.
Las horas fueron pasando y los tragos iban y venían. Tanto así que de un momento a otro me di cuenta de que estaba ebria y que ya era hora de irme a casa.
Llamé al bartender para pedir el favor de que me llamara un servicio de taxis y cuando David escuchó mi dirección inmediatamente se ofreció a llevarme.
-Mira que el mundo es pequeño, vivo justamente en el edificio al frente del tuyo. No puedo permitir que te vayas en taxi, yo te llevaré.
En mi cabeza resonaban las palabras de mi madre cuando de niña me decía que nunca debía irme con desconocidos. Sin embargo, esa noche decidí entregarme a los placeres de la vida en mi borrachera y por qué no, tener un amante desconocido.
Nos subimos al auto y muy caballeroso seguimos con nuestras conversaciones del bar. Unos minutos antes de llegar a mi edificio le digo que se detenga para comprar algo de cenar, porque tenía hambre, a lo que me respondió que no me preocupara porque podía preparar algo para mí si se lo permitía.
No me opuse a la idea y subimos juntos hasta mi departamento. Abrí la puerta y de inmediato me elogió por su decoración y por todo lo que veía allí.
-Trabajo mucho y eso me ha dado la oportunidad de vivir como nunca antes había podido hacerlo.
Le enseñé la cocina y se puso manos a la obra, pero antes se quitó la camisa para estar más cómodo y quedé hechizada por su musculoso cuerpo.
Cocinamos juntos y seguimos tomando algunas cervezas que tenía en la nevera. Nos sentamos a comer y de un momento a otro estaba sobré él en el sofá besándonos apasionadamente.
Follada por un desconocido que encontré en el bar
David suavemente me retiró mi camisa descubriendo debajo de ella un top brallet blanco. Deslizó el tirante y poco a poco me besó hasta llegar a mis pezones erectos y rosados.
-Eres tan hermosa. Me susurró al oído.
Con su fuerza varonil me levantó con mis piernas amarradas a su cintura y mi boca amarrada a sus labios carnosos y húmedos. Me llevó a la cama, lanzándome salvajemente. Con sus labios recorrió mi cuerpo hasta mis bragas, deshaciéndose rápidamente de ellas sin dejar de masajear mis tetas.
Posó su lengua en mi clítoris y con delicadeza empezó a acariciarlo. Yo estaba empapada y no le importó. Agarré con fuerza su cabello y enterré su rostro contra mis muslos. Estaba demasiado excitada, tanto que mi vagina no tardó en explotar soltando todos los jugos de un orgasmo.
El éxtasis recorrió mi cuerpo de punta a punta. Él se subió encima de mí, poniéndome su rostro empapado sobre el mío, e introduciendo su lengua en mi boca al mismo tiempo que su pene penetraba en mi vagina.
Era demasiado delicioso. Cada embestida de su polla era una liberación de estrés con dosis de placer y palautinamente sus movimientos se volvían más rápidos y fuertes, haciéndome gemir como una bestia.
Su pene se deslizó dentro de mi vagina cuantas veces lo quiso, hasta que un momento una corriente se acumuló dentro de mi vientre y como una explosión partió de allí recorriendo todo mi cuerpo… Era un orgasmo.
David también se corrió y vertió todo su semen dentro de mí. Quedamos ambos exhaustos, por la cogida deliciosa que habíamos tenido y por nuestra borrachera, por eso nos dormimos juntos hasta que el amanecer llegó.
Solo fui diversión de una noche para mi amante desconocido
En la mañana me sorprendí porque al abrir los ojos no encontré a mi amante desconocido a mi lado. Sin embargo, recordé que en la noche me había entregado su tarjeta y decidí llamarlo.
-Alo, ¿David?
-No, soy su esposa, pero ¿en qué puedo ayudarte?
Resulta que mi amante desconocido era un hombre felizmente casado, yo solo había sido diversión de una noche.