Me llamo Emily, tengo apenas 25 años, pero me considero realmente atractiva a pesar de ser demasiado tímida. He tenido algunas parejas y tengo algunas experiencias sexuales. Pero la realidad es que me cuesta mucho socializar, a pesar de que me veo muy bien.
Soy alta, mi busto es grande y lo aprovecho mucho para hacer mis cosplays, tengo una cintura marcada, piernas torneadas y mi cabello ondulado es reamente largo acariciando mis caderas cuando camino. Y es que, a pesar de mi belleza natural no congenio mucho con las personas.
Ahora te describiré a la otra persona de esta historia: Lily. Ella es bajita, bueno, más bajita que yo. Tiene el cabello lacio y castaño, algunas pecas en sus mejillas y una sonrisa encantadora. No tiene pechos muy grandes, pero lo compensa con su cinturita de avispa y grandes glúteos. No la había detallado tanto hasta el día que conversé con ella porque sé que la había visto antes en la universidad.
Lily me hizo sentir una mujer deseada
Conocí a Lily en una fiesta de cumpleaños de una amiga en común. Y luego de sentarnos a conversar durante unos minutos, sentí una conexión instantánea que difícilmente puedo explicar, sinceramente sentí que charlamos y coqueteamos durante toda la noche.
Después de unas pocas copas de vino mi timidez se esfumó y me ví en el incontrolable deseo de poder besar los carnosos labios de Lily, y para mi grata sorpresa, en un momento donde estuvimos solas, mi deseo se hizo realidad cuando Lily solamente se acercó y me besó apasionadamente sin avisar.
Yo quedé extasiada e hinoptizada. Sin embargo, esa noche solo llegaría hasta allí. Ya era momento de irnos, por lo que intercambiamos números de teléfono y acordamos tener una cita.
Para nuestra primera cita estaba muy nerviosa. De verdad no sabía si iba a gustarle sin los efectos del alcohol en mi sistema. Pero aun así me armé de valor y llevé a Lily a mi restaurante italiano favorito. Quizás no era el más elegante o el de mejor reputación, lo importante para mí era verla.
Entonces bebimos vino y conversamos como si nos conociéramos de toda la vida. Fue un alivio que yo pudiera dejar mi timidez de lado con tanta facilidad, y a pesar de que el coqueteo era innegable y pasamos la mitad de la cena mirándonos a los ojos y sonriéndonos, pude sentirme cómoda y feliz.
Llevé a Lily a mi casa de improviso
Después de acabar con la cena italiana, invité a Lily a mi casa con la excusa de “tomar un último trago”. Solamente llegamos, dejé a Lily en la sala y me dirigí rápidamente a la cocina a preparar los tragos. Estaba muy concentrada cuando sentí que Lily se acercó por detrás. Inmediatamente me invadió una sensación de intriga ¡no sabía que buscaba ella!
Pero antes de siquiera preguntar, ella me apartó el pelo a un lado y comenzó a besarme suavemente el cuello. Yo solamente me di la vuelta y capturé los labios de Lily en un beso apasionado y mojado, nuestras lenguas exploraban la boca de la otra de forma desesperada.
Entonces Lily me empujó contra la pared de la cocina y presionó su muslo entre mis piernas. Yo solamente pude gemir al sentir la presión y el calor que emanaba de Lily. Ya sabía que quería estar con ella, entonces torpemente la llevé hasta mi dormitorio mientras nos quitábamos la ropa.
Ya estando allí empujé a Lily sobre la cama y solamente me arrodillé entre sus hermosas piernas, deslizando dos dedos dentro de ella. Lily arqueó la espalda ante la sensación de placer que yo le estaba dando y pronto escuché salir de su boca “más”, arañando mi espalda.
Entre todo decidí añadir otro dedo y acariciar su ya hinchado clítoris con mi pulgar. Seguí un poco rato en esto, extasiada con lo excitada que Lily se veía, hasta que la oí gritar cuando llegó al clímax, sacudiéndose y retorciéndose violentamente de placer.
Contemplé la escena un momento y me tumbé en la cama, pero de improvisto, Lily se lanzó sobre mí, besándome por todo el cuerpo y excitándome cada vez más. Ella solamente separó mis piernas y pasó su lengua por sobre mi hendidura, provocándome cada vez más. Lily subió y se encontró con mi clítoris para comenzar a lamerlo suavemente.
Yo estaba llena de placer y enredé mis dedos en el pelo de Lily, empujándola con más fuerza de lo excitada que estaba. Lily deslizó dos dedos dentro de mí mientras chupaba mi clítoris con fuerza. Fue tanto el placer y la excitación que comencé a gemir sonoramente y a mover de manera rítmica mi pelvis contra la boca de Lily.
Tuve un orgasmo riquísimo…
Rápidamente me corrí con un grito, dejando mi cuerpo temblando incontrolablemente en cada una de mis fibras. Pero Lily quería más. Subió sobre mí para besar mi boca, donde pude saborear mis jugos ligados a su saliva, eso volvió a excitarme inmediatamente.
Me dio una mirada a los ojos y presionó uno de mis pezones suavemente para después meterlo en su boca. Su boca estaba caliente y mi pezón resbalaba entre su lengua. Volví a sentir el calor en mi entrepierna y bajé mi mano hasta tocar su vagina.
Se sentía caliente y suave, llegué hasta su clítoris y lo masajeé en forma circular y adelante atrás hasta que ella comenzó a gemir. Entonces la tomé y le indiqué que posara su vagina en mi boca y ella se agachó hasta llegar a la mía. Comenzamos a hacer un 69 que se sentía glorioso.
Yo saboreaba sus jugos en mi boca y pasaba mis dedos por su vagina para después presionar suavemente sus senos y excitarla cada vez más. Pasaron pocos minutos hasta que ella se corrió y yo también. Me sentí muy feliz y satisfecha.
Nos acurrucamos en los brazos de la otra, dándonos dulces y lánguidos besos. Lily se quedó a dormir, e hicimos el amor de nuevo, explorando sus cuerpos hasta altas horas de la madrugada.
A la mañana siguiente, despertamos enredadas y supe que sin duda era el comienzo de algo especial. Habíamos conectado en cuerpo, mente y alma, y ansiaba ver a dónde nos llevaría este nuevo capítulo apasionante.