Esta historia es algo muy personal y por lo general no suelo hablar mucho acerca de este tema, pero siento que es momento de dejarlo ir. Mi nombre es Valeria y todo esto sucedió cuando yo tenia 16 años y estudiaba en una escuela de monjas, fue una experiencia muy tediosa y perturbadora. Yo siempre he sido una niña muy obediente, muchos dicen que soy toda una belleza y soy muy tierna, pensé que siempre me iba a ir bien hasta que el padre me abusó sexualmente, no sabía lo que sentía, estaba asustada y mi conchita estaba húmeda.
Yo soy una chica muy simpática, suelo ser tierna todo el tiempo y me gusta tratar bien a las personas, en la escuela siempre me he llevado bien con todos. Sinceramente no me agradaba mucho la idea de estudiar en una escuela de monjas, pero mi mamá me dijo que eso iba a servir para disciplinarme, yo no me quejo he conocido grandes amigas allí. La rutina era un poco rígida, en las mañanas veíamos clases como en las escuelas normales y en las tardes veíamos catequesis y otras materias referentes a la religión.
La escuela era de solo mujeres, solamente hablaba con amigas y en ocasiones con las monjas que eran como nuestras mentoras, en ocasiones deseaba que hubiese chicos en mi vida. Lo más cerca que estaba a conversar con un chico era con el Padre que venía los jueves a dar misa y a que nos confesáramos con él. El padre era un señor apuesto, de hecho, era bastante joven, tenía 22 años y no se si era porque no veía hombres a menudo por estudiar en una escuela de monjas, pero me llamaba la atención. Aun no internalizo que el padre me abusó sexualmente aquella tarde.
El padre era un hombre muy sexy y me llamaba la atención
El nombre del padre es Jacinto, era un hombre fornido, con una piel blanca y un cutis bellísimo, una barba muy sensual y lo que más impactaba era su carisma y actitud. El siempre cuando venia a dar su misa conversaba con nosotras y nos aconsejaba todo lo que podía acerca de la vida, él era bastante amistoso con algunas de nosotras. Todos los jueves el venía a realizar su misa en las mañanas y en las tardes él estaba en su oficina para que asistiéramos a confesar nuestros pecados con él.
Yo siempre bromeaba con mis compañeras cuando no había profesoras por el salón y nos poníamos a hacer locuras, saltar en las sillas o empezar a gritar y cosas de chicas. Entonces, una vez recuerdo que yo estaba jugando con una de mis compañeras, su nombre es Oriana, ella era muy alocada y nosotras nos poníamos a nalguearnos y con jueguitos sexuales en forma de broma, pero un día subimos de nivel.
Yo le estaba dando nalgadas y nos apretábamos las pompas y de repente ella se excitó y me robó un beso, yo quedé impactada y me alejé de ella rápidamente, había pecado. Luego llegó la profesora y empezamos a ver la clase, eso hizo que se me olvidara un poco el asunto, después me volvió a fastidiar mi consciencia diciéndome que había pecado, yo me sentía horrible. Por suerte era miércoles y al día siguiente venía el padre, quería confesarme con él para sentirme mejor y explicarle lo que había sucedido. Nunca pensé que alguna vez diría que el padre me abusó sexualmente.
El padre me abusó sexualmente y yo quedé impactada por todo lo que estaba pasando
El jueves el padre llegó y realizó su misa como de costumbre, en el momento en que terminó y estaba limpiando sus implementos aproveché para hablar con él.
- Hola padre, quería hablar con usted acerca de algo, necesitaba saber si después de clase podía ir a su oficina para confesar mis pecados.
- Hola Valeria, si no hay ningún problema, te espero al terminar clases.
Ese día estaba ansiosa por ir a donde el padre y ver si se me iba esa preocupación de la cabeza, terminé las clases y me fui directamente hacia donde estaba el padre. Llegué a su oficina y me lo encontré a él solo.
- Hola Valeria, ven para acá que vamos a confesar tus pecados.
Yo fui hacia el lugar donde el me dijo y empecé a contar mis problemas y le fui explicando que me sentía mal porque había hecho algo terrible con mi amiga. El quedo un poco impactado porque no sabia que yo fuera así de atrevida, luego me empezó a decir que había pecado y me iba a poner una penitencia. Para mi sorpresa el padre se metió para donde yo estaba y me dijo que cerrara los ojos, cuando me doy cuenta me estaba besando mientras me manoseaba mis tetas y mi panochita.
Yo era una putita pecadora y por eso el padre me abusó sexualmente, debía llevar el castigo de carne
El padre me abusó sexualmente y yo no podía creer lo que pasaba, estaba muy asustada, pero sentía mucho placer, se me salieron varios gemidos. El padre excitado sacó su pene y me quitó mi ropa y me le empezó a meter duro, me panochita estaba muy estrecha y el pipe del padre era muy enorme y venoso. Me metía el dedo en el culo mientras me bombeaba duro por mi totona, no sabia si esto estaba mal o era parte de mi penitencia, pero yo estaba disfrutando de tener a ese hombre dentro de mi conchita apretada.
- Ayy padre, me está empezando a doler mi vagina, está muy doloroso, pero siento rico a la vez.
- Silencio Valeria, esta es tu penitencia por todos tus pecados, tienes que recibir el castigo celestial, debes dejarte hacer todo lo que te diga para que puedas ser perdonada.
El padre estaba muy excitado y yo ni se diga, ese hombre cogía muy duro, luego empezamos a oír que venia gente y tuvimos que separarnos rápidamente porque alguien podría vernos mientras cogíamos. Yo me puse mi ropita y el padre se vistió y disimulamos muy bien, no puedo creer que el padre me abusó sexualmente y me fascinó, el era mi salvador y yo era su monaguilla, yo le pertenecía.