Hoy les contaré cómo desvirgué a mi vecino de 12 años. Puedo decir con propiedad que a mis 25 años soy una adicta al sexo. Me encanta ser follada por todos los agujeros, mi placer es lamer pitos y chupar bolas y por supuesto que me laman el coño. Por esta razón he tenido cientos de amantes, desde hombres mayores, hasta adolescentes cachondos e incluso he sido follada por mujeres sexis. Sin embargo, siempre tuve una gran curiosidad: ¿qué se sentirá ser follada por un puberto? No es que sea una enferma, sino que era una simple curiosidad carnal que logré satisfacer.
La historia comienza con mi búsqueda de un chiquillo que pudiera ser lo suficientemente hombrecito para meterme su verga, pues obviamente no iba a obligar a nadie que no quisiera a que lo hiciera. Yo siempre estaba atenta a los chiquillos que estaban a mi alrededor en busca de alguna señal para dar el siguiente paso y de pronto, alguien me dio luz verde: mi vecinito.
Cierta vez estaba bañándome en la piscina de mi patio y como odio que se marque el bikini con el bronceado, lo estaba haciendo desnuda. De repente, de reojo veo cómo un pequeño rostro se esconde entre la maleza observándome. Así que aproveché para hacer un par de maniobras para atraerlo. Pero, esa vez no fue cuando desvirgué a mi vecino.
Desvirgué a mi vecino de 12 años por estar espiándome
Salí de la piscina y me recosté en la orilla completamente desnuda. Empecé a acariciarme y a retorcer sensualmente mi cuerpo mientras gemía. Introduje los dedos en mi vagina y masajeé mi clítoris. Apretaba mis tetas y cada vez gemía más fuerte, intentando excitar al chiquillo para que saliera de su escondite. Sin embargo, no lo hizo, solo vi como empezó a masturbarse mientras me observaba.
Terminé corriéndome yo sola y cuando lo hice mi vecinito salió corriendo escapando hacía su casa.
Más tarde, lo volví a ver porque coincidimos caminando en el andén.
– Aquí estás pequeño fisgón. Se ruborizó e intentó irse sin decir nada.
–Si no quieres que tus padres se enteren de lo que hiciste ven a visitarme esta noche cuando todos estén dormidos, quiero enseñarte algo.
El chiquillo salió corriendo sin hablar y entro en su casa. Pese a su edad estaba muy bien formado. Sus músculos estaban empezando a asomarse, era moreno con apariencia latina y muy atractivo.
Al caer la noche lo esperé impacientemente, pero pasaba el tiempo y nadie llegaba, así que me di por vencida pensando que no vendría. A la medianoche, tocan a mi puerta, era él.
Lo dejé entrar preguntándole directamente si ya había estado con una mujer, a lo que él me respondió que no. Le tomé su mano y lo llevé a mi ducha.
Empecé a bañarlo, pasando la esponja suavemente por todo su cuerpo, era un pito que me iba a comer tal y como lo había deseado… tenía tantas ganas.
Mientras lo bañaba su tierna verga se puso dura y para mi sorpresa era muy grande.
Le di una mamada a mi pequeño vecino
No imaginan que delicioso desvirgué a mi vecino esa noche. Cogí la esponja y empecé a lavar esa deliciosa polla. Después la enjuagué y me arrodillé frente a él introduciéndola en mi boca suavemente. Mi vecinito hizo un movimiento de éxtasis muy delicioso y empecé a succionar esa polla que me volvía loca.
Salimos de la ducha y lo llevé a mi cama. Era como un juguetito que hacía lo que yo quería. Le enseñé cómo debía lamerme el coño y lo hizo espectacularmente. Me dio tanto placer que apresé su cabeza entre mis piernas y empujé su rostro contra mi coño con fuerza.
El chiquillo estaba ansioso por meter su pito en mi vagina, así que se levantó y me mamó los pezones, metiendo su polla inocente en mi vagina extremadamente húmeda.
Me embestía con mucha fuerza haciéndome gritar de placer. Después me subí encima de él moviendo mis caderas sexys haciendo que esta vez fuera él quien gritara de placer.
Hice que se corriera y todo su semen cayó dentro de mí escurriendo por mis piernas. Tomé su polla para exprimir lo que le quedaba de semen dentro de mi boca, hasta que sentí que se puso suavecita.
Como todavía no había tenido un orgasmo yo, le dije que debía lograrlo para que yo estuviera complacida y como su polla ya no estaba dura le lamí el culo y le introduje la punta de mi dedo para que se excitara de nuevo.
Le enseñé cómo debía percutarme el culo y lo hizo muy bien. Cuando estaba a punto de correrme lo puse a lamerme el coño porque quería que los fluidos de mi orgasmo quedaran en su cara.
Fue una noche demasiado excitante cuando desvirgué a mi vecino de 12 años. Desde entonces todas las noches mi pequeño amante toca a mi puerta en busca de placer.