Sí… Soy una cuarentona cachonda.
A pesar de ser una mujer de negocios atractiva y exitosa, realmente me siento muy sola. Tengo casi cuarenta años, pero gracias a mi tenaz ejercicio diario, mi cuerpo es el de una mujer unos cuantos años más joven. Cuando trabajo uso un traje de negocios que permita que mi cuerpo apretado y amplios senos se vean claramente. Llevo el cabello castaño recogido en una trenza algo descuidada y que pareciera que va a desarmarse. Esa es mi apariencia, podría decirse que muchas jóvenes desean verse como yo a mi edad. Sin embargo, eso no quita que sigo siendo una cuarentona cachonda.
Cierto día me senté la oficina y pensando en la vida me pregunté a dónde se habían ido todos los años que he vivido. Era muy dura conmigo misma. Puede que haya tenido éxito y haya sido muy hermosa, pero no tenía a nadie que calentara mi cama por las noches y me satisficiera sexualmente. Todo porque era una de esas mujeres que se mostraba reservada por miedo al rechazo. Quería sentirse amada, era una cuarentona cachonda.
Todavía estaba sentada en mi escritorio, perdida en mis pensamientos, cuando de repente llamaron a la puerta.
Soy una cuarentona cachonda que quiere sexo
Un joven de la sala de correo entró en la oficina. Tenía el pelo largo y una bonita sonrisa. Era alto y delgado y podría haber apostado que tenía una polla de buen tamaño metida en sus jeans, ya que llevaba un enorme bulto allí, además por mi experiencia sé que así suele ser el caso con los tipos larguiruchos.
Le indiqué que cerrara la puerta y se sentara, lo cual hizo. Su nombre era Fernando, tenía 19 años y acababa de empezar a trabajar en la sala de correo hacía 4 semanas. Se levantó y se quitó la chaqueta.
-¿Crees que soy bonita? Le pregunté.
Extendió una sonrisa, de oreja a oreja, cuando respondió: «Mucho».
No suelo comportarme así, pero no podía evitarlo, soy una cuarentona cachonda y necesitaba desesperadamente una polla dentro de mí, y, él tenía todo lo que necesitaba en este momento. ¿Alguna vez han escuchado lo de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado? Eso era lo que pasaba con el chico en aquel momento.
Me desabroché la blusa botón a botón, la dejé deslizar hacia abajo y le mostré mi cuerpo tonificado y bronceado y mis pechos regordetes. Mis pezones estaban tan duros que casi atravesaban el sostén.
Noté que el bulto en sus pantalones estaba creciendo constantemente, y ya estaba mojada solo de pensar en la polla joven que podía meter dentro de mi vagina en ese momento. Me desabroché el sujetador y luego lo dejé caer al suelo.
El joven se había quedado sin palabras. Él solo me miró con calma, sin saber qué hacer. Me acerqué y empecé a acariciar mis pezones mientras caminaba alrededor del escritorio. Ahora estaba justo frente a él, sentada en el escritorio.
Cuarentona cachonda se folla a joven en la oficina
-¿Te gusta lo que ves, Fernando? Le dije seductoramente.
Él asintió con la cabeza, se inclinó hacia adelante y comenzó a besar mis muslos.
Sonreí y dije que me quitara las bragas. Mis bragas mojadas cayeron al suelo y mi coño bien afeitado estaba justo en frente de su cara. Mis labios son finos, rosados y sonrosados. Mi clítoris brillaba con su jugo como si rogara ser lamido. Él lo empezó a frotar con su dedo, pero parecía nervioso.
-¿Alguna vez has lamido algo como esto? Le pregunté.
Él me miró y dijo que no. Sonreí ante su inocencia y estiré suavemente mi coño con los dedos. Estaba tan jodidamente mojada y este joven sin experiencia me mojaba aún más. Comenzó a frotar mi clítoris como para mostrarle qué debía hacer.
-Lámelo, pero muy suavemente. Le dije.
Se inclinó hacia delante y lamió con mucha delicadeza, tal como yo le había dicho. Dejé escapar un pequeño gemido mientras él acariciaba arriba y abajo mi clítoris caliente. Mi espalda se arqueó cuando sentí fluir mis jugos.
-¿Te gusta? Le pregunté al joven.
Él gruñó en señal de aprobación y eso fue suficiente respuesta. Apreté las piernas con más fuerza alrededor de su cabeza mientras Fernando pasaba gradualmente a lamerme mi vagina húmeda y caliente. Cuando me corrí gemí un poco más fuerte y rápidamente volvió a tener un orgasmo después de mucho tiempo.
-¿Quieres follarme? ¿Quieres follar a una cuarentona cachonda? Le pregunté.
Fernando dejó su objeto de deseo y me miró, me mojé aún más cuando el joven simplemente dijo: Claro.
Follé con un joven siendo una cuarentona cachonda
Lo ayudé a levantarse y tiré de él hacia mí. Desabroché sus jeans y saqué una polla de ocho pulgadas, obviamente yo estaba muy feliz. Empecé a acariciar al chico. Su polla palpitó cuando la inserté en mi coño caliente y como pasaba en mis sueños se deslizó dentro una y otra vez. Me corrí nuevamente de inmediato al sentir su pinchazo, Mi coño estaba empapado y cada embestida me ponía aún más cachonda. Envolví mis piernas con fuerza alrededor de su cintura para mantener el control.
-Tienes que reducir la velocidad, bebé. Le dije.
Él disminuyó su ritmo un poco, pero aun así penetró mi coño caliente con bastante firmeza. Su polla se sentía tan bien dentro de mí. Lo abracé y besé sus labios mientras él estaba en mi coño.
Él me folló más fuerte y yo sentí que mi orgasmo se acercaba. No podía y no quería esperar más para que él vertiera su semen caliente dentro de mí.
Él bombeó más y más rápido hasta que finalmente sacó su polla de mi coño abruptamente y disparó su carga caliente por todo mi cuerpo hasta sus tetas
-Gracias. Le dije.
Se vistió y Fernando salió de mi oficina.
Estaba tan orgullosa de lo que había hecho. No podría haber sido mejor si lo hubiera planeado de antemano.